La vida
después de la muerte (seis meses después del accidente)
Cuando
volvió a abrir los ojos se encontraba en un hospital. No podía moverse ni
hablar. Abrió los ojos una fracción de minuto lo suficiente para darse cuenta
que estaba en una habitación estéril, pero los parpados le pesaban
terriblemente, así que se dejó llevar por la inconciencia, no tenia fuerzas
para luchar. A lo largo de los días que siguieron entraba y salía de la oscuridad
intermitentemente, en sus cortos viajes al mundo real llegó a notar que estaba
vendada de pies a cabeza. Que tenía varios tubos en su cuerpo, incluso en la
garganta y la acompañaba el constante bip de una maquina.
Finalmente,
cuando realmente despertó había una enfermera en la habitación. Cuando notó que la estaba observando le sonrió y le
dio la bienvenida, y en seguida salio en busca de un doctor. No lo esperó,
estaba cansada y se quedó dormida, pero esta vez fue diferente a otras veces,
porque esta vez tuvo una espantosa pesadilla, donde ella, y su familia tenían
un accidente, y su madre, su padre y Liz morían atrapados en el auto en llamas.
Pero solo era un sueño, se dijo, seguro que ellos están bien, en casa, y ella
acabó en el hospital por algún golpe, seguro que finalmente se cayó del árbol
al que siempre se trepaba y se golpeó muy fuerte la cabeza y por eso no
recordaba nada.
Cuando
volvió a despertar estaba en una habitación diferente, su garganta estaba
irritada y no podía hablar. Su abuela estaba sentada en una silla al lado de la
cama tejiendo, no noto hasta después de unos minutos que la estaba mirando.
─ Bienvenida
princesa ─ le dijo sonriendo, pero a pesar de que su sonrisa era sincera, no
pudo dejar de notar que tenia los ojos apagados, y enrojecidos ─ voy a llamar
al doctor ─ le beso la frente y salio de la habitación, dejando el tejido
abandonado en la silla. Mientras esperó que volviera se dio cuenta que a parte
del tubo, ya no sentía el bip de la maquina, y las vendas que cubrían su cuerpo
ya no estaban, solo tenia una vía intravenosa en su mano derecha.
La puerta se
abrió y entró un hombre de aproximadamente 50 años, con bata blanca, revisando
las hojas de una carpeta
─ buenas
tardes Mackenzie ─ dijo el médico cuando dejó de leer, el informe médico de la paciente
─ ¿como te sientes?
─ Agua ─ le
costó horrores decir esa simple palabra de cuatro letras, ya que tenia la
garganta en carne viva.
─ Claro, discúlpame por la descortesía, debes
tener la garganta irritada por el tubo… ─ dijo el medico mientras una enfermera
le acercaba un vaso desechable con agua del grifo, la bebió toda, y aun así
sentía que tenia una lija en la garganta, ─ Soy el doctor Eduardo Martínez. ─ Y
dirigiéndose a la abuela y a la enfermera agregó ─ ¿Podrían dejarnos solos?,
tengo que tener una conversación privada con la bella durmiente ─ le sonrió y
guiñó un ojo, mientras acompañaba a la señora y a la enfermera hasta la puerta,
─ voy a
estar acá en el pasillo, princesa ─ le sonrió tranquilizadoramente y ella le devolvió una
sonrisa triste y cansada.
─ quiero que
me digas tu nombre, tu edad ─ le dijo el
médico, sentándose en la silla al lado de la cama ─ tomate tú tiempo,
entiendo que tenés la garganta lastimada
─ me llamo
Mackenzie Beatrice Mason y tengo 11 años ─ su voz sonó rasposa.
─ ¿en que
año estamos?
─ En el año
2007
─ ¿Cual es
el último día que recuerdas?
─ No… no
esto segura ─ su garganta le dolía, no quería hablar más
─ Kenny, ¿te
puedo llamar Kenny no? ─ Ella solo asintió ─ es normal que estés confundida un
tiempo, ¿si?, no hay nada de que preocuparse, lo peor ya pasó. ─ ella solo
asintió, se sentía cansada, sus ojos lentamente se fueron cerrando, hasta que
finalmente se quedó dormida. A la madrugada se despertó sobresaltada, había
tenido otra vez ese sueño, era tan real, el dolor, los gritos, el humo, el
olor. Su abuela le acariciaba el pelo, consolándola
─ Ya, ya
princesa, vuelve a dormir, solo fue una pesadilla, ahora estas a salvo, yo
cuidaré de ti ─ se dejó arrullar por los sonidos reconfortantes de la nana y se
meció lentamente de nuevo en el mundo de los sueños.
─ Hola
hermanita mayor ─ la voz de Elizabeth la sobresaltó, miró a su alrededor pero
solo encontró oscuridad, no había paredes, ni piso, ni techo, estaba flotando
en la Nada misma.
─ ¿Lizzie?
¿Dónde estas pequeña? No te puedo ver
─ Kenny no
sabes cuanto te extrañaba, ─ dijo la voz ─ pero me temo que no podes verme, ya
no me encuentro en el mismo plano que vos y por lo tanto la materia no actúa de
la misma manera allá que acá, yo, ya no tengo un cuerpo físico soy solo esto
─ Pero en el
parque, en el lago yo te veía,
─ es que
ahí, tontita, ambas estábamos en un mismo plano, en el plano espiritual, pero
yo sigo formando parte de el, en cambio vos ya no, solo existís en el plano
físico ─ su voz sonaba madura, mayor, y hacía que Mackenzie se sintiera como si
ella fuera pequeña, como si ella fuese la hermana menor y no al revés
─ no
entiendo, ¿que es este lugar? ¿Qué hacemos acá?
─ Este lugar
es como un puente que une a los dos mundos, es neutral, no pertenece a ningún
plano y a la vez pertenece a ambos, es el único lugar que pueden conexistir
ambos mundos sin crear una grieta interdimencional ─ explicó, con voz de
maestra de escuela ─ en cuanto que hacemos acá ─ suspiró ─ se me encomendó que
te diera un mensaje.
─ Quien te
mando Lizzie?, realmente esté muy confundida, este es el sueño mas extraño que
tuve en mi vida. Pensó
─ No puedo
decirte quien me envió, y no es un sueño, hermanita mayor, es real. Yo se que
vos, en tu interior, comprendes que ni yo, ni nuestros padres estamos vivos,
que ese sueño recurrente del accidente es en realidad un recuerdo que esta
empujando para salir a la superficie, pero que vos te empeñas en enterrarlo en
el fondo de tu mente. No lo hagas más difícil, mientras mas lo postergues peor
va a ser.
─ no puede
ser verdad Liz ─ miles de lagrimas caían frenéticamente por su rostro, la
angustia había formado un enorme nudo en su garganta que no la dejaba respirar,
estaba desesperada, no podía quedarse sola, ¿Qué iba a ser de ella sin su mejor
amiga, su compañera de juegos, su hermanita? ─ ¿Qué…? ─ sollozó con fuerzas ─
¿Qué se supone que haré sin ustedes? ¿Quién…? ¿Quién va a pelearme por las
muñecas? ¿Quién me va a abrazar de noche cuando no quiera dormir sola? ─ Su
llanto descontrolado la había dejado de rodillas, no quería vivir, quería irse
ahora mismo con su hermanita
─ no
desesperes, hermanita mayor, ya vas a encontrar a alguien a quien pelear y a
quien sacarle sus muñecas, vas a estar bien, y yo siempre voy a estar con vos, acá
─ Kenny sintió una brisa que acaricio su pecho, donde estaba su corazón ─ y
cuando pueda te visitare, podemos hablar o lo que sea que quieras, como ahora. ─
Mackenzie se puso de pie, se seco las lágrimas, forzó una sonrisa. Ya tendría
tiempo de ponerse mal, si es que todo era cierto, por ahora quería disfrutar de
la compañía de su hermanita
─ Bueno, y
¿que era eso taaaan importante que tenias que decirme que te hizo viajar hasta acá?
─ trató se sonar divertida, alargando la “a” de “tan” pero su vos salió como un
lamento
─ ok, cito
textual lo que me dijeron, yo no tengo nada que ver, solo soy una mensajera
─ Ok, ah, y
después me vas a tener que contestar una pregunta
─ muy bien ─
su voz sonó con un matiz de sonrisa, pero cambio radicalmente cuando comenzó
con el mensaje que traía, una voz de ultratumba retumbó en el espacio, haciendo
que su piel se tornara fría y los vellos de sus brazos se erizaran ─ cinco es la clave de tu destino, cinco
chicas, cinco chicos, cinco objetos. Cinco puntas y un círculo. Cuando lo
halles, comenzara tu camino, y en cinco lunas hallaras lo perdido”
─ ok Liz,
eso si que me dio miedo ─ dijo después de unos minutos tratando de averiguar
que significaba eso ─ y creo que tengo mas de una pregunta para hacerte ─ nadie
contestó ─ Liz? ¿Hermanita? LIZZIEEEEEE ─ gritó
Se despertó
gritando el nombre de su hermana.
Una semana
más tarde el doctor estaba sentado en la silla al lado de la cama, examinándola.
─ doctor ¿podría
hablar con usted? Es que no quiero preguntarle a nana, pero me gustaría que
fuera sincero ─ Eduardo solo asintió ─ cuando desperté hace una semana, usted
me preguntó que era lo ultimo que recordaba ─ el médico estaba prestándole
total atención, así que ella continuó hablando ─ lo ultimo que recuerdo es el
accidente. Creo que en ese momento también lo sabia porque había soñado con ese
momento, pero estaba confundida y no sabia diferenciar lo real de lo
imaginario, o… no se… tal vez no quería que fuese real. ─ Los ojos se le
llenaron de lágrimas ─ no… no quería tener la certeza de que mi familia había
muerto, y yo no. ¿Sabe? Mi hermanita solo tenía 7 años, ella… era todo para mí.
A veces me hacia enfurecer ─ sonreí, a pesar de las lagrimas y los sollozos, al
recordar a Lizzie robándome las muñecas, sacándome la lengua y corriendo para
que yo no la atrapara, ─ pero la amaba, mucho. Ella era mi mejor amiga, y no quería
ni imaginar la horrorosa muerte que tuvo ─ cerró los ojos con fuerza tratando
de borrar de sus retinas la imagen vívida de lo ocurrido ─ yo estaba tendida en el suelo, y veía como
estallaba el auto, yo sentí los gritos y el olor, el humo… todo, pero no podía
hacer nada, mi cuerpo no me respondía, no podía hacer que mis piernas
funcionaran para ir a salvarla, la deje morir y no pude hacer nada para
evitarlo ─ los sollozos convulsionaban su cuerpo, las lagrimas caían como una
cascada por su cara ─ yo debería haberla salvado ─ gritó. El doctor se acerco y
la abrazó con fuerza y ella se dejo consolar. Él la abrazo hasta que, cansada
emocionalmente, se quedó dormida.
Quince días
después de que despertara se pudo dar una ducha como dios manda, no una ducha
de esponja, esa que te dan la enfermera cuando estas en cama, esperó a que su
abuela llegara, así la vigilaba, y por primera vez en no sabia cuanto tiempo se
levanto de la cama. Fue despacio, hasta el baño, se le hacia muy difícil
movilizarse por su cuenta, ya que estuvo tanto tiempo en cama los músculos se
resintieron ante el mas leve ejercicio.
Lo primer que notó cuando entro en el baño fue que no había espejo, lo segundo
que noto, cuando se sacó la ropa, fue que estaba indudablemente mucho más
delgada y muy sucia, y tenia varias cicatrices muy feas en su cuerpo. Cuando
intento lavarse la cabeza, notó que su cabello estaba muy corto, por primera
vez desde que despertó en el hospital se pregunto cuanto tiempo había estado
inconsciente. Y ¿Por qué no había un espejo? Su abuela la ayudaba a bañarse,
ella aun no se podía mover bien, lo había atribuido a estar un par de semanas
en la cama sin moverse, pero ahora dudaba que solo fueran 15 días.
─ Nana,
quiero un espejo ─ la abuela hizo como que no la había oído y la saco de la
ducha, la envolvió en una toalla y lentamente comenzó a secarla ─ Nana, quiero
un espejo ─ volvió a repetir, pero obtuvo la misma respuesta, silencio.
Dejo que la
abuela la guiara de nuevo a su cuarto y se acostó. No volvió a pedirle nada,
solo tuvieron charlas triviales como habían tenido hasta el momento. Nuca
hablaron del accidente, ni de sus padres, ni de nada importante, su abuela le había
llevado un televisor y un reproductor de DVD y miraban películas, y las
comentaban, cuando su abuela no estaba, la cuidaba una señora que había sido
contratada y cuando ella le preguntaba algo nunca respondía, o le decía que no
sabia de que estaba hablando.
Cuando el
médico fue a verla esa misma tarde ella le preguntó sobre el espejo, su cabello
y lo as importante, cuanto tiempo hacia que estaba en ese hospital.
─ es 1 de mayo de 2007, estuviste en coma 5
meses, y 15 días. Hoy se cumplen los 6 meses q estas ingresada
─ tengo 12
años, me perdí la navidad, perdí 6 meses de mi vida, ¡6 malditos meses que
nunca voy a recuperar! ─- estaba híper ventilando, no podía creer, hacia 6
jodidos meses que estaba postrada en una cama. Debería haberlo imaginado, la
primera vez que despertó estaba llena de vendas, y luego cuando finalmente
regresó al mundo de los vivos, ya estaba curada. Sin huesos rotos pero con
algunas cicatrices, por lo que pudo ver-
─ Tranquila,
¿si? Si no voy a tener que llamar a la enfermera para que te inyecte un
calmante, ─ Kenny comenzó a controlar su respiración, hasta que ésta estuvo
normalizada, Eduardo le sonrió y continuó respondiendo a las preguntas de la
chica ─ con respecto a tu cabello, lo tuvimos que cortar para poder operarte ─
dijo mientras se sentaba en la silla,
era difícil contarle todo esto a una niña, pero debía hacerlo, era su deber de
médico responder las inquietudes de los pacientes, y en casos como el de la
niña recostada en la cama, tenia que ser cuidadoso, no responder mas de lo que
ella preguntara, no forzarla a saber lo ocurrido, porque podría perjudicarla, debía
darle tiempo, ella misma sabría cuánta información junta podía soportar.
─
¿operación? ─ Oh mi dios, pensó, ¿cuantas cosas mas me quedan por saber?
─ verás, ─
junto las manos, y se inclinó para estar mas cerca de la niña, ─ cuando
llegaste estabas inconsciente, tenias varios huesos fracturados, entre ellos el
cráneo, tuvimos que ponerte una placa, pero antes tuvimos que detener una hemorragia
e inflamación cerebral, causado por el golpe que recibiste al golpear contra el
suelo.
─ si,
recuerdo que una vez me desperté solo unos segundos pero estaba conectada a
maquinas y parecía una momia ─ sonrió un poco, a pesar de que era un poco
chocante saber que había estado fracturada, no le había sorprendido, era lógico
que estuviera así ─ y supongo que mientras estuve en coma los huesos se me
soldaron
─ si, así
fue, al estar inmóvil totalmente los huesos se arreglaron bien, y e tu
condición actual, no hay nada que la kinesioterapia no pueda solucionar,
─ eso es una
buena noticia ─ sonrió
─ Claro que
si ─ Eduardo le devolvió la sonrisa ─ y con respecto a los espejos… ─ dudó unos
segundos antes de decirle, ─ es que tu abuela no quiere que te veas por ahora,
dice que has cambiado, y no quiere que sufras un shock cuando te mires.
─ pero
necesito mirarme, necesito saber como me veo, usted no lo entiende ─ tocó su
cara en busca de imperfecciones, noto que tenia algunas marcas nuevas, pero no
creía que fuese como para que le prohibieran ver su reflejo ─ no entiendo en
que he cambiado, mas allá de que estoy muy delgada, y mi cabello es corto ─ de
pronto la imagen del reflejo en el lago del parque se le vino a la mente… sus
ojos, pensó, su abuela había notado que sus ojos ya no eran marrones, pero eso
no podía ser ¿verdad?, los ojos no cambian de color luego de un accidente. ─ Esta
bien, ─ cedió luego de pensar que seria extraño contarle al médico sus
sospechas ─ esperaré hasta que la abuela lo crea conveniente
Eduardo se
levanto, y se dirigió a la puerta,
─ Hasta
mañana bella durmiente, que tengas un tranquilo día
─ hasta
mañana doc., muchas gracias por todo ─ a pesar de que resulte extraño, sentía
que el doctor era su único amigo y el único en el que podía confiar, porque era
el único que le hablaba con la verdad, sin miedo a que se fuera a romper, como
si fuera una muñequita de porcelana.
Cuando la
abuela llegó decidió que ya era hora de que hablaran de verdad. Tenían que
hacerle frente a la situación
─ Nana ─ recién
habían terminado de ver “entrenando a papa”, una película de Disney y decidió
que era el momento justo para la conversación.
─ ¿si, Princesa?
─ preguntó distraída mientras leia una revista de moda
─ como fue
el accidente, que paso. Se que un auto fuera de control nos chocó, pero no se
que paso después. ─ el cuerpo de nana se puso rígido, apreto la mandibula y a
regañadientes aparto la vista de la revista, que mostraba el diseño de un
hermoso vestido de noche que tenia Angelina Jolie
─ no creo
conveniente para tu salud hablar del tema, querida, ─ e intent´volver a la
lectura, pero Mackenzie ya se sentia cansada de que siempre se negara a
responder sus preguntas, o la dejara en la sombra, ella necesitaba saber,
principalmente, que había pasdo con el responsable.
─¡eso me parece
que lo decido yo! ─ estalló ─ ¡creo que después de lo que he vivido merezco al
menos un poco de consideración! ¡Merezco saber que es lo que pasó después de
que el auto explotara! ─ y bajando la voz, en apenas un susurro dijo ─ necesito
saber porque yo aún estoy viva y ellos no.
Nana la miro
con lagrimas en los ojos, sabia que este dia llegaría en cualquier momento,
pero esperaba que no fuera tan pronto, tenia miedo de que su nieta le diera un
ataque o algo, pero en algo tenia razon, ella necesitaba saber. había notado en
estos quince días que ya no era la niñita risueña y ícara ue era antes, esta
experiencia horrorosa la habai hecho madurar, a pesar de tener 12 años, actuaba
y pensaba como una mujercita, esta experiencia le había arrebatado mas que su
familia, tambien se había llevado su ingenuidad y niñez. Tomando una
respuracion honda decidió que ya era tiempo de destapar la caja de Pandora, y
que dios la ayudara.
─ el
conductor del otro auto estaba ebrio y drogado, ─ nana escondia su rostro para
que su nieta no la viera tan desamparada como se sentia, ─ perdió el control
del vehiculo y los envistió. el coche en que viajabas comenzó a dar tumbos y
saliste despedida. Irónicamente, el que no llevaras puesto el citaron de
seguridad salvo tu vida. El auto se prendió fuego, ellos no pudieron salir. ─ Kenny
se secó las lagrimas que silenciosas
escaparon de sus ojos, ─ se que es duro, han pasado 6 malditos mese desde ese
dia y aun hoy, cada vez que siento el timbre del telefon, vuelvo a vivir el
horror y el dolor de cuando me llamaron para notificarme del accidente ─ apretó
su mano en un gesto reconfortante, pero nada en el mundo la haría sentir mejor.
Estaba sola.
─ cuando
salga de aca me gustari ir a visitar sus sepulturas
─ claro,
cielito, estan en el cementerio de la familia, vas a poder visitarlo cuanto
quieras cuando vayamos a vivir a la mansion. ─ nos quedamos en silencio un
rato, tomadas de las manos, dandonos consuelo la una a la otra. ─ hay algo mas
que deberias saber, querida. Pero no te sentís cansada, podemos terminar de
hablar mas tarde, o mañana
─ no,
prefiero saberlo todo ahora, no quiero que me sigas ocultando nada
─ es que no
es tan fácil de decirlo ─ miro al techo como si éste tuviera las palabras adecuadas
pintadas o algo así, yo la mire expectante, tenia mucho miedo de lo que podía
ser. ─ El día del accidente, el
conductor que los golpeo sufrió graves heridas, pero cuando los paramédicos llegaron
aun estaba con vida, una costilla había perforado uno de los pulmones, pero aun
con dificultad prestó declaración a la policía. ─ miraba el piso, mientras se
quedaba callada
─ ¿eso es
todo? Yo creí que seria algo mas serio, solo decime que ese desgraciado hijo de
su buena madre murió y que sufrió mucho al hacerlo. Eso me haría sentir mejor
─ Kenny ─ me
miro seria, sus ojos hinchados por llorar, ─ ese hombre, murió, si, y sufrió
mucho, también. Pero aun no he llegado a lo importante
─ bueno
continúa, no te detenga, y no des mas vueltas que me vas a terminar mareando ─
le sonreí para darle ánimos, pero no me devolvió la sonrisa
─ Kenny,
Marcus Flannagan, era quien conducía el coche que los choco ─ la sorpresa se
reflejo en mi rostro ─ por tu reacción puedo deducir que lo conocías
─ Marcus era
el socio y el mejor amigo de mi padre
─ El le
confeso a la policía que sabia de su pequeño viaje y que había planeado todo,
mezclo drogas y alcohol para infundirse valor, el era el amante de tu madre y
planeo matarlos a todos porque ella no quería dejar a su familia. Lo confeso
porque sabia que iba a morir y quería que yo lo supiera, queria asegurarse de
que me enterara que mi hija era la responsable de la muerte de la familia,
porque si ella se hubiese ido con el, nada hubiese pasado. ─ kenny no sabia que
decir. Era todo tan inverosímil, tan novelesco, tan… ¡doloroso!, ¡ese maldito
hijo de puta!, penso, si no hubiese muerto ella misa se hubiese encargado de
matarlo con sus propias manitos de 12 años ─ lo siento , princesa, se que debes
odiarme, a mi y a tu madre
─ ¿porque he
de odiarte? ─ le pregunte mientra secaba de mis mejillas los rastros de
lagrimas ─ vos no fuiste la culpable, la culpable fue mi madre. A ella si la
odio, pero mi rencor viene desde mucho antes de saber que engañaba a mi padre.
─ Ella
estaba confundida, no podes culparla ─ hizo un intento por defender a su hija,
aun sabiendo que no tenia razón de hacerlo
─ no abuela,
no la defiendas, yo soy la que vivi los ultimos años con ella no vos, así que
no defiendas lo indefendible, ¿si?, si a tus propios ojos queres verla como un
tierno corderito descarriado, hacelo, pero no quieras hacerme ver lo mismo,
porque donde vos ves un corderito, yo veo al lobo.
Nos quedamos
en silencio, hasta que lentamente me quede dormida
─ Ahora, por
favor ¿Cuál es la buena noticia que me iba a dar? ─
─ la buena
noticia es que, aunque te vamos a extrañar, mañana ya te podes ir a casa ─
Eduardo se levanto lentamente de la silla, en la quee había sentado cuando
llego a hacer su ronda, ─ claro que vas a tener que venir a diario para los
ejercocos de rehabilitación, ─ le sonrió
y le apretó amigablemente la mano. Lentamente se encamino hasta la
puerta
─ doc ─ el
se giró y esperó ─ necesito saber una ultima cosa del accidente… ¿mi familia
sufrio mucho cuando murieron quemados, no?
─ no, bella
durmiente, ellos ya estaba muertos cuado el auto estalló
─pero… yo
recuerdo los gritos cuando el auto estaba en llamas ─ el médico se aceco
nuevamente hasta la cama, ─ Kenny, los
gritos que oiste no eran de ellos, eran tuyos, gritaste hasta que perdiste el
conocimiento. Cuando la ambulancia te trajo, no tenias signos vitales,
estuviste muerta por 12 minutos, cuando ya nos estabamos por dar por vencidos,
milagrosamente tu corazon comenzo a latir, pero entraste en un coma profundo.
Tu hermanita se fracturo el cuello, murio casi al instante, tu madre murio
desangrada, en vidrio del parabrisa se le incrusto en la arteria del cuello, y
tu padre sufrio un golpe muy fuerte en la cabeza.
─ a pesar de
que suene horroroso lo que estoy por decir, no puedo dejar de sentir que fue
una suerte que murieran antes de que el auto se prendiera fuego, no imagino una
muerte mas espantosa que sentir como el cuerpo se te quema y no podes hacer
nada por impedirlo.
─ estoy de
acuerdo, pequeña─ le sonrió pero su sonrisa no llego a los ojos. Camino hasta
la puerta y se fue.
Kenny cerró
los ojos y se dejo llevar un el sueño.
Al día
siguiente se despertó una sensación de cosquillas en la punta de la nariz.
Abrió los ojos lentamente y vió Un enorme ramo de rosas rojas al frente de mi
cara
─ ¡Buenos
días bella durmiente! ─ Eduardo le regalo una sincera sonrisa ─ estas son para
vos, en nombre de todo el personal que estuvo a tu cuidado. Fue mi idea, ─ susurro
bajito solo para que ella lo escuchara ─
un obsequio para despedir a la bella mas durmiente de este hospital, te vamos a
extrañar ─ sonrió a Eduardo y al resto del persona que estaban de pie alrededor
de su cama ─ espero NO verte mas por acá
en un largo, largo tiempo. Obvio que me refiero a internada, no olvides que
tenes que segur viniendo a kinesioterapia
─ Yo también
lo espero ─ dijo riendo ─ y no, no me olvido… son hermosas, muchas gracias ─
agarró las flores y se le llenaron los ojos de emoción, ─ yo también los voy a
extrañar. ─ era extraño, pero en este tiempo que paso internada, esas personas
se habían convertido en su nueva familia, y el irse la hacia sentir que volvia
a quedar huerfana.
Dos horas
después estaba sentada en el auto de su abuela yendo a su nuevo hogar.
─ te amo mi
princesa ─ susurró su abuela mientras le
acariciaba lentamente la mano ─ siempre vamos a estar juntas, ahora solo somos
las dos contra el mundo.